Ignacio Sanchis / Vila-real
El fútbol es uno de los deportes que más gente mueve. Atrae y cautiva tanto a niños como a mayores y los reúne cada semana para compartir algo más de 90 minutos juntos. Que el fútbol tenga esta cualidad es lo que le hace especial respecto a otros deportes. Pero a veces, tendemos a olvidar que hay un sentimiento que mueve más que el sentimiento de pertenencia con un equipo: el amor.
En gran parte, las aficiones de los clubes de fútbol base están compuestas por los padres de los jugadores. Ellos son los que los llevan a entrenar y a los partidos, los que les consuelan cuando ganan y los que están ahí para celebrar la victoria. Son los que se quedan sin espacio en la galería por grabar la actuación de sus hijos en los partidos. Un padre puede hacer muchas cosas por sus hijos, como comprar dos billetes de avión a Valencia desde Gran Canaria, ir en tren hasta Vila-Real y buscar hospedaje solo para ver jugar a su hijo un torneo de alevines. Este es el caso de una familia canaria en el Torneo Nacional Ascale La Liga FC Futures.
Al igual que ellos, otras muchas familias vienen desde diferentes puntos de España para disfrutar de los 3 días que dura este campeonato. Torneos así, transforman competiciones de fútbol 7 en una fiesta cuyo anfitrión es el ‘deporte rey’. Aficionados de todos los equipos de La Liga se mueven por las gradas buscando el mejor lugar para ver los partidos que les interesan. Se saludan entre ellos, sean del mismo equipo o no, y disfrutan del juego mientras comentan las jugadas.
Traen todo lo necesario para animar: bombos, banderas, banderines, aplaudidores, bocinas… Pero un elemento es común: la vestimenta. Todos llevan algún elemento que les identifique con el equipo de sus hijos: gorras, camisetas, bufandas, pulseras… Si un equipo marca, unos lo celebran y otros animan a los suyos. Sin malos gestos ni palabras. Una aficionada bética explica esta actitud: “Lo más importante es verles disfrutar en el campo, no importa que ganen, pierdan o empaten. Nosotros, como padres tenemos que dar ejemplo y experiencias como estas son el escenario ideal. Esto es especial para ellos y también para nosotros, que les vemos crecer disfrutando de lo que más les gusta”.
Pero la fiesta no es únicamente dentro del Estadio de la Cerámica. La fiesta es fuera también. Las aficiones toman algo antes de entrar al campo, se reúnen, tiñen las calles de los colores de sus equipos. Los niños juegan al fútbol mientras esperan a sus padres. Mires dónde mires, el fútbol está ahí, uniendo a 20 aficiones por un mismo sentimiento.