El príncipe que no quiso reinar («Mágico» González)

«En una casa corriente de un barrio aún más corriente de San Salvador apenas se adivina la lánguida figura de un indio greñudo y algo desaliñado que pierde su tiempo, o lo gana, haciendo aquello que más le gusta……tumbarse en su hamaca a ver la televisión mientras devora, uno tras otro, una cantidad considerable de polos de hielo sabor limón.

Es Jorge Alberto González Barillas, el menor de una familia de ocho hermanos que tenían que ahorrar para poder ser pobres.

Hoy, a sus sesenta años, recuerda que nunca le pudieron comprar juguetes pero……….que tampoco le hicieron falta.

Deporte Base

Si me regaláis un ratito de vuestro tiempo os relataré su historia, la de un tipo humilde que huyó del éxito para no perder su libertad, un tipo que solo pedía a la vida «que me dejara seguir siendo como era».

ESPAÑA. MUNDIAL 82. Un país que colocaba a Naranjito en un escaparate global para mostrarse a sí mismo como una joven democracia que luchaba por dejar atrás la alargada sombra de la dictadura.

En aquel Mundial cayó eliminada a las primeras de cambio una selección, El Salvador, que nunca pasaría a la historia……pero emergió la figura de un jugador que la cambiaría para siempre en la Bahía de Cádiz……«Mágico» González.

Un jugador con un talento descomunal y una persona para la que la ambición era un delito y el éxito su condena.

Pobre como había sido, sacudió el mercado futbolístico internacional al rechazar una oferta multimillonaria del fútbol francés. Preguntado por los motivos, tan solo acertó a decir, con ese aire de melancolía salvadoreña: «¿Y qué voy a hacer yo en París……?»

Mayor aún fue el estupor cuando, solo unos días después, firmó por el Cádiz……recién descendido a Segunda División.

Pero en la Tacita de Plata…………con su luz, su alegría, su vida y su gente, Mágico encontró su lugar en el mundo y Cádiz encontró en su fútbol el duende de Camarón y la poesía de Alberti.

Y el Cádiz, al compás de su batuta, regresó a Primera convirtiéndose en el azote de los equipos más grandes.

Mágico fue un ilusionista, un artista que te devolvía el precio de la entrada porque viéndole jugar te removía algo por dentro.

Su «Culebrita Macheteada», un recurso futbolístico que desafiaba las leyes de la física y que resulta imposible describir, despertó la admiración y el asombro en todos los rincones de la España más futbolera.

Incluso Johan Cruyff y el mismísimo Maradona le situaron, en diversas ocasiones, a su misma altura pero…………….Mágico era demasiado humano, algo que nunca escondió y de lo que hizo bandera, alejándose del ruido y del oropel de la fama.

Noctámbulo, dormilón……….pero de día y mujeriego, se consideraba a sí mismo «un irresponsable» porque se sabía poco profesional: «Si me tomase el fútbol como un trabajo no sería yo, solo juego por divertirme» aunque algunas veces no supiese ni contra quién jugaban.

Capaz, tanto de rechazar una jugosa oferta económica de Italia porque «Allí no hay pescaíto frito» como de regalar su abrigo y sus zapatos, en numerosas ocasiones, a quien veía en la calle pasando frío, la figura del Mágico más generoso hace de él un personaje realmente entrañable.

Aun así, cuando la sombra de sus noches comenzó a engullir a la luz de sus días, la directiva del Cádiz, cansada y hastiada de sus desvaríos, decidió declararlo transferible. Fue entonces cuando el Barcelona de Maradona y Menotti vio la tan ansiada oportunidad de contar en sus filas con el pie de seda del genio salvadoreño.

En la gira que realizaron por EE.UU, el cuerpo técnico del Barcelona cayó seducido ante sus extraordinarias aptitudes pero la directiva también tomó buena nota de sus extraordinarias actitudes y estas últimas acabaron truncando su fichaje.

Y es que a Mágico nunca le importo ser grande……………………..

Tras un breve paso por el Valladolid, una ciudad fría en las antípodas de la algarabía y el jolgorio gaditano y donde mágico perdió la chistera y la varita, el Cádiz, obligado por la afición ya que Mágico no era del club sino de su gente, recuperó al ídolo y este recuperó la alegría de vivir.

Y es, quizás, en esta segunda etapa cuando, en la hierba del Carranza, se vio la versión más deslumbrante de un futbolista que necesitaba estar donde quería estar para jugar como solo él sabía jugar.

Hoy en día continúa diciendo que su Cádiz es el mejor equipo del mundo porque le permitió seguir siendo como era, porque le permitió jugar para divertirse, porque le permitió…………ser feliz.

Con esto no quiero sugerir, ni mucho menos, que nuestros pequeños hayan de ser como Mágico González, no, han de ser profesionales y responsables, pero sí que vivan el fútbol como lo hacía él, por pura diversión.

Probablemente la gran mayoría de la gente no recuerde a Mágico González y, sin embargo, hasta en la más pequeña aldea nepalí sepan quien es Cristiano Ronaldo………….. porque seguramente la gran mayoría de nosotros tengamos demasiado presente el éxito y apenas recordemos ya qué era la felicidad.

Pero Mágico sí………………………..

Hace casi treinta años que dejó Cádiz y cuentan que, paseando por su bahía, aún se puede escuchar el quejío de Camarón, la guitarra de Paco, los versos de Alberti y el silencio del Carranza cada vez que Mágico acariciaba la pelota.

Y mientras él, que pudo ser todo pero……………no quiso, continúa tumbado en su hamaca haciendo lo que más le gusta, comer polos de limón mientras mira la televisión.

Para Sebas, Jose y Ali

Gracias por vuestra amistad, gracias por esos ratitos……..»

Artículo de MARCOS QUINZANO RUIZ, es entrenador del ACD Peñíscola prebenjamín «A»